por Analía Signorile (profesora de Historia)
Por Arroyo Seco, todos recuerdan a la China y el Comandante, estuvieron unos diez años viviendo en Calamuchita y dejaron una impronta peculiar.
A fines de los 40 arribaron nuevos vecinos a la zona de Arroyo Seco, por cierto eran muy particulares.
Ella era china, se llamaba Annie Mei Who pero todos les decían Mei Ling, era culta, menuda, elegante, le gustaba la música y la lectura, se rumoreaba que había sido bailarina tradicional china. Él era francés, se llamaba Charles Millot y se había desempeñado como diplomático en la marina francesa.
¿Cómo llega esta pareja a Arroyo Seco?
Algunos atestiguan que Faustino Capuano los había conocido en un viaje a Europa y les vende un terreno de su loteo en Arroyo Seco.
En poco tiempo construyen una bonita casa a la que bautizaron “Mei Ling”, rodeada de un hermoso jardín con plantas exóticas y decenas de rosales, por el que solía pasear Mei, con su sombrilla, vestida con trajes chinos y su infaltable boquilla.
Muchas personas del barrio, muy rural por ese entonces, trabajaron para La China. Como Paula Rodríguez, que era su cocinera; Antonio Torres hacía el mantenimiento del jardín según nos relata su hijo Beto y Justo Cáceres y su esposa Angelina Gigena (Nicha) eran los caseros, estaban encargados que todo estuviera perfecto.
Una historia increíble
El Comandante había sido afectado en tareas navales en China, Vietnam y Oriente y todo indica que allí conoció a Mei Ling.
Era peintre (pintor) el marine (de marina) y sus cuadros se exponían en galerías de Buenos Aires.
Aquí, en Arroyo Seco, pasaba gran parte del día pintando. En muchas ocasiones retrataba a su pareja, siempre con su vestimenta tradicional en todas las poses que el universo le sugería.
Sucedió que Paula solía llevar a su hija Aidee al trabajo y el Coman-dante, cuyo nombre artístico era Henri Gervèse, no perdió la oportunidad de pintar con acuarelas a esta bella niña, cuadros que su familia todavía conserva como un tesoro.
Cuando regresaron a Buenos Aires, Mei Ling llevó a Aidee -cuyos testimonios fueron muy valiosos para reconstruir esta historia- para trabajar de niñera de unos amigos franceses.
Tiempo después, la China vende esta propiedad a Jorge Franco, luego la adquiere Carlos Giuliano y en 2013 la compran Omar Hansen y su esposa Silvana.
Actualmente es una acogedora Casa de Campo llamada “El Cobijo” que se ofrece como propuesta turística, donde sus dueños preservan la historia del lugar en cada rincón.
Historias y Personajes:
Algunos objetos y muchos relatos permitieron armar una “muestra transitoria” en la Sala 4 del Museo Estanislao Baños de Santa Rosa, sobre La China y el Comandante.
Puede visitarse de martes a domingo de 11 hs. a 17 hs.