Belindo Acosta: la historia y la sabiduría popular

ENTREVISTA

SANTA ROSA 12/01/2023 Diario Tres Diario Tres
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Nota:  Valdir Peyceré

Cada pueblo esconde su historia; en la provincia de Córdoba y en las sierras, muchas de esas historias tienen que ver con la diversidad de razas y de gente de varios puntos cardinales de la Argentina que optaron por venir a vivir en estos pagos. Una de esas personas es Belindo Acosta, santiagueño de nacimiento, que hace mucho reside en Santa Rosa de Calamuchita. Cultivo su amistad hace más de 15 años (casi el mismo tiempo en que resido en esta localidad). Comparto con él ricas charlas sobre los más diversos temas: historia, política, música, deporte y lecturas (ya que Belindo es, ante todo, un buen lector). El conocimiento que Belindo tiene  de todos estos temas, lo colocan como una de las personas más “eruditas” que conozco, pero toda esa erudición se debe mucho más a una sabiduría “de la calle” o autodidacta que a un conocimiento académico. Todo esto es lo que considero yo, pero dejemos que nos responda él mismo:

- Ese conocimiento que tenés, es algo autodidácta, como digo, ¿o me equivoco?

B.A. : A mi me mandaron a los 8 años a la escuela y no completé los años escolares porque no es que me haya ido, mas bien digamos que esa experiencia no duró, en parte porque muchos de mis parientes eran “peones golondrinas”  y para que sirviera de algo, me ponían a darles agua a los peones cuando salían de los surcos, con un bidón; después prendía fuego con el espinazo del maíz… también ponía cosas a calentar, pelaba papas, etc. Mucho tiempo después, ya con 26 años, me rompí la columna y ahí me hicieron fisioterapia para poder caminar. Fue recién en esa época que completé la primaria (fue en el 80 más o menos). En el 85´ hice un curso intensivo del secundario en tres años. Eso en la ciudad de Córdoba. El curso era bastante flojo, aparte de que a mí me interesaban otras cosas…

- Sos santiagueño. Contanos un poco para los lectores del diario, dónde naciste y algunos recuerdos de tu infancia y juventud.

B. A.: Nací en la provincia de Santiago del Estero, en Sumampa, Departamento de Quebrachos, un pueblo que nació por el ferrocarril, que comenzó en el año 1933. El Central Argentino, ya que a mi madre y mis tíos los habían expulsado del territorio. Eran de origen avipón, un pueblo originario poco mencionado. Mi infancia fue una infancia feliz porque no tenía consciencia de nada, estaba despreocupado de todo. Mis inquietudes vinieron después, cuando aprendí a leer. Recuerdo el día que me llevaron a la escuela a los ocho años, como dije. Lloré, lógico, porque me habían separado de mi madre. Pero me acuerdo que la maestra dijo que las letras “tenían manos”; que cuando se juntaban unas con las otras, se agarraban de las manos y formaban palabras. Para mí esto fue muy revelador, muy interesante. Aprendí a leer, principalmente con libros que me prestaban. Leía con bastante avidez, aun cuando en el ranchito en que vivía había solo estampitas de santos; así que mucho de lo que sé de religiosos y santos se debe a aquellas “lecturas”. Resulta que mi abuelita, que desconfiaba de las escuelas, de la Iglesia, de los militares; empezó a pedir algún libro o revista en los lugares en que ella lavaba la ropa y recuerdo que me trajo cosas interesantísimas, entre ellas Confusio. Confusio define la sabiduría. En un momento en que alguno de los discípulos le pregunta – maestro, ¿qué es la Sabiduría? La sabiduría es saber que sé algo cuando realmente lo sé y decir que no sé nada cuando no lo sé. Eso definiría la Sabiduría. Otra cosa que había mucho eran las adivinanzas populares, que tienen su importancia. John William Thoms las enumeró como “folclore”. Son creaciones populares. 

- Una de las cosas que tenemos en común es el gusto por la Historia; la historia en general y la historia argentina en particular. Dándo énfasis a esta última, me gustaría que me digas si le podés poner fecha a ese comienzo de esa pasión y también que nos digas de algún  historiador que sea de tu agrado y, si posible, algún título.

B. A. : Sí; la historia argentina siempre me ha interesado mucho. Mi abuela relataba a su modo sobre determinados personajes, y después en los libros que yo conseguía leer resulta que narraban cosas que después comprobaba que no era tan así: que los “buenos” no eran tan buenos y los malos no siempre era tan “malos”. Los buenos eran Sarmiento, que es una figura que tenía a Europa como la mayor vitrina.

- Muchos de esos “héroes” son los que les dan nombres a las calles: Rivadavia, Saavedra, Roca, etc. Que al final no eran ni tan patriotas ni tan próceres! 

B.A. : Es muy contradictorio todo, por ejemplo el caso de Lavalle… que comenzó siendo un general brillante pero que en las memorias de Aráoz de Lamadrid (que era tucumano), pone y reprueba los comportamientos de Lavalle, que incitaba a sus hombres a cometer “cualquier clase de fechoría” y no importaba loq ue se hiciese para salvar la Patria (en el nombre de la Patria). Eso me fue dando pie para desconfiar de otros… yo que no tenía una formación normal, así que lo que fui descubriendo lo descubrí por mi cuenta. Un libro que me llegaba a las manos a veces funcionaba la intuición y tenía suerte en mis elecciones. Estoy lejos de tener un gran conocimiento,  siempre me parece que no se nada… siempre está la duda de lo que sé! Es probable que muchos crean que uno tiene más conocimiento del que tiene… David Viñas me pareció muy sustancioso. Uno muy bueno y bastante actual es Oscar Muiño, que escribió un libro sobre la vida del Chacho Peñaloza que es muy interesante. 

- Y el caso de Felipe Pigna y Pacho O´Donnell que, de repente, tienen más marketing?

B. A.: No los he leído mucho… me gustan más otros como Eduardo Luis Duhalde y Ortega Peña que han escrito sobre el famoso emprestimo de Rivadavia, sobre Facundo… Ah! Y Oswaldo Bayer! Todo lo que escribió sobre el movimiento obrero (el anarquismo y los pueblos originarios). 

- ¿Crees que el poco conocimiento de nuestra historia hace que volvamos a repetir los mismos errores del pasado, votando a individuos que nos vuelven a endeudar, como en el pasado Rivadavia… el caso del ex presidente neoliberal que nos endeudó por la bagatela de 50.000.000.000, de dólares?

B. A.: Sí; hay quien dijo que el argentino es un europeo frustrado… puede que se explique mucho por esta frase.  El propio “padre del aula” quería hacer un vaciamiento del resto del territorio (argentino) y traer gente de otro lado, o sea europeos. Él expresa que “donde había un chiripá no llegaba el progreso”. 

- ¿Cuándo te asentás en nuestra localidad? ¿Cuándo comenzás a vivir en Santa Rosa?

B. A.: Muchos de mis familiares que, como te dije, eran peones “golondrinas”, anduvieron (conmigo) por varias provincias, principalmente en la cocecha del maíz y el algodón en Tucumán, Santa Fe y Chaco. Siempre tenía la idea de irme, cuando tuviera cerca de 20 años, con un poco menos de esa edad me fui  a Córdoba ( mi madre también vivía allí) donde trabajo en diversos oficios como en hornos de ladrillo, peón de albañil, en las quintas con el cultivo de la papa y la zanahoria, etc.  hasta que se me ocurre irme a la provincia de Buenos Aires donde tuve ese accidente (que comenté antes) y que me dejó muy marcado, en la forma de caminar y en la forma de sentir ciertas cosas. En el año 85 volví a Córdoba. El asunto es que estando en Córdoba conocí a unos muchachos que me hicieron conocer una iglesia evangélica, así que yo a veces bromeo que es como que por aquella época le di una “oportunidad a Dios” para que me convenza. Ellos decían que tantas lecturas no me harían bien, porque decían que uno no tiene que cuestionar ciertas cosas porque ellas están ahí y uno debería dejar las cosas “como están”. Estos muchachos me invitaron a Santa Rosa de Calamuchita, a una iglesia en la calle Benito Soria. Me invitaron para que cantara… es gracioso, porque yo tenía el repertorio del sandinismo y de los Mejía Godoy que me parecía muy interesante. Fue allí que conocí a Elisa (mi esposa). Nos comenzamos a cartear y nos escribimos durante un año; al final nos pusimos de novios y nos acabamos casando en febrero de 1989. Se puede decir que este es el lugar donde hace más tiempo que estoy. Y creo que me he adaptado bien. A veces extraño un poco algunos lugares como el terruño donde nací, porque de alguna forma yo soy un individuo del monte. 

- En relación al conocimiento “oral”; transmitido de generación en generación. ¿Qué lugar le atribuís? ¿Es importante para vos? 

B. A.:  En la familia no hay tanto; yo puedo agardecer a los libros un poco lo que estaba buscando. Mi familia me enseñó leyendas, historias populares tradicionales, de un tipo oral;  pero todo lo que era más complejo, sofisticado lo tuve por los libros. 

- ¿Y la música? ¿Qué lugar ocupa en tu vida?

B. A. : Siempre me gustó, incluso mi madre cantaba y tenía una bella voz ( se llama Aída Antonia).  Me acuerdo que como en Supampa no había casi nada de radio (unos dos canales muy limitados); acabé consiguiendo hacer una buena changa y compré mi radio. Recuerdo que estaba feliz porque a partir de tenerla, tenía también un mundo de posibilidades sonoras y mucha diversidad de diales que conseguía sintonizar. Era algo novedoso y bueno. Por ejemplo algún programa de media hora dedicado a los Beatles. Después descubrí a los barrocos, en una emisora más “cult” en la época de pascuas. Juan Bautista Pergolesse; Johann Sebastian Bach… y me quedé encantadísimo con eso! La pasión según San Mateo era algo fantástico. Los domingos en radio Tucumán, pasaban músicas de Gardel en guitarra y me acuerdo que quedé encantado con Gardel y su forma de cantar. En algunas canciones parecía que “no tomaba aire” el hombre. Me considero un tipo ecléctico, aunque sí, puede que tenga una caída por Atahualpa Yupanqui, porque es muy sustancioso. Atahualpa va hacia lo profundo, es como un filósofo dentro del folklore. Atahualpa para mí le saca mucha distancia a los otros. Él es un hombre que no era farrista, no le interesaba andar a los gritos. En uno de sus libros fundamentales que es “El canto del viento”, el recoge una idea de Segovia que dice que la guitarra tiene “una voz escasa”… por eso Atahualpa dice que mucho volumen en el micrófono “la desvirtua”. Por eso en ese libro se lo dedica a Andrés Segovia. En relación al programa que tengo (en realidad un segmento en la radio Flash), la idea comenzó en la antigua “Mediterranea” donde había una primera hora dedicada a Atahualpa Yupanqui. Aunque no se habla solo de folclore sino de muchas otras cosas y va los miércoles a partir de las 10:30 hs.

Hablamos mucho y al finalizar Beli, como le dicen cariñosamente sus amigos, me acompaña hasta la puerta. Despidiéndome me dice; “siento que con vos puedo hablar de muchas cosas, casi ininterrumpidamente”. La recíproca es verdadera, Belindo Acosta!

 

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