por Valdir Peyceré
Hace tiempo que escribo y algo más que leo… que leo “literatura”; independiente de los libros de texto y algunas lecturas obligatorias del colegio. Claro que habría que distinguir entre un “Coplas a la muerte de su padre” de Jorge Manrique (ese soberbio y filosófico poema anterior al Siglo de Oro español y que inspiró inclusive a algunas canciones de rock, como aquella “Presente” de Vox Dei) o a Fermín Estrella Gutiérrez y los textos de Ibáñez donde se recortaba una historia oficial que después había que releer en otros libros para profundizarla. Es difícil acordarse de cuándo y con que lecturas hice mi “debut”.
Recuerdo a “Miguel perro de circo “ una triste fábula de la vida atribulada de un canino de Jack London (un regalo un poco “fuerte” para un niño de solo 10 años) o “El Lago Ontario” de Fenimore Cooper; una lectura más placentera, pero ahí ya estaba entrando en la adolescencia… Todavía en el ámbito escolar, recuerdo que comencé a devorar casi toda la poesía clásica española; no solo la del referido Siglo de Oro (Quevedo, Lope de Vega, Góngora ) sino, también la “Generación del 27” (Lorca, Hernández, Alberti ) y, un poco después la rusa: Dostoievski, Pasternak, Chejov, Tolstoi… Ahí sí ya había atravesado el umbral que separa la “literatura” popular o de distracción, de la Gran Literatura. Es un poco posterior el descubrimiento (y deslumbramiento) con la poesía y el cuento latinoamericano contemporáneos: Cortázar, Borges, García Márquez, Neruda…
Lo cierto es que yo mismo comencé a escribir poesía lejos y hace tiempo!. La “ficha” demoró en caer y cuando me percaté de tal cosa, comencé un racconto (algo que hacemos automáticamente al final de cada año). Este 2022 fue el año de los “slams”; encuentros literarios que tienen por finalidad hacer conocer el trabajo poético de los presentes y que tienen un plus en “cómo” se los dice o recitan (y cuyo objetivo es disputar un lugar entre los elegidos del público y, en ocasiones, de un jurado).
En las versiones actuales de estos slams en el Valle de Calamuchita se les sacó esta característica competitiva, lo que para mí es un acierto. Ya se dieron 3 en Santa Rosa y otros tantos en otras localidades próximas a Santa Rosa de Calamuchita. Yo estuve en tres. El primero, otro en Villa Ciudad Parque, denominada “VCP Lee” y el último, del que me refiero al final de esta nota. También, entre el final del año pasado y el comienzo de este; la vida de poeta me puso en contacto con una persona que sería el “alma mater” y organizadora de estos eventos Euge Vidallé; entusiasta, detallista, amante de la poesía y (tal vez lo más importante de todo): apasionada por lo que hace.
Otra característica de quien organiza es ser constante y persistente en sus metas y Euge lo es. Porque se sabe que todo lo que se trata de cultura en una sociedad inmediatista y consumista como la nuestra, es dificil. Es importante no claudicar ante las dificultades, los muchos obstáculos que habrá que sortear para llegar a buen puerto con el evento que querramos organizar.
Todas estas son bellas palabras pero por eso mismo tienen una virtud en aquellos/as que logren hacerlo. Por otro lado y aunque la cultura y principalmente la poesía (aun dentro del espectro de la literatura), “no coticen en el mercado”, el éxito alcanzado en esos “slams” ha sido una rebelación que muestra que existen muchas y muchos que están de este lado del mostrador. La poesía, para el sistema capitalista no vale nada y, quien sabe por eso mismo, vale TODO. La convocatoria en general ha sido buena en todas las oportunidades en que se organizaron estos encuentros. Leer frente a un público no es fácil. Requiere algo de temple, coraje, extroversión y espontaneidad. Es un poco tirarse a una pileta. Es dar el “primer salto al vacío” y después nadar entre palabras. Dejarse llevar por el placer de hacerlo y dejar que esas olas creadas por el salto salpiquen al público. Y, a pesar del “frío en la barriga”, sumados a la emoción, la incertidumbre, también habrá el placer de transmitir algo del universo creativo que tenemos como poetas. Eso, no tiene precio y de alguna forma es nuestra gratificación final. Evidente que hoy pretendo dar apenas una pincelada en estos momentos de intercambio literario donde, los escritores tienen la oportunidad de mostrar algo de su producción (libros personales y/o antologías que han publicado) lo que además de hacerse conocer, también tienen el ingrediente extra de hacer buenos contactos.
Este final de primavera me tiene inmerso en varias labores y proyectos. Uno de ellos es volver a editar, después de muchos (demasiados) años.¿Crónicas, poemas, narraciones breves? Es algo que tendré que definir junto con otras muchas cosas como conseguir una buena editorial. Estoy en eso. Mientras, y como no podía dejar de ser sigo leyendo y en algunos momentos, escribiendo.
Entre los buenos libros que tuve entre mis manos; muchos sacados de la Biblioteca Popular Almafuerte (que de hecho tiene un gran acervo que merece ser consultado por los amantes de la lectura de todos los géneros); se encuentran dos de cuentos: “Lo raro empezó después” de Eduardo Sacheri que como si me hubiera adelantado al Mundial su principal argumento y tema de esas crónicas es el fútbol. La virtud de colocarse en el lugar de los protagonistas (muchas veces niños y jóvenes) es el punto alto de Sacheri (el autor del libro que sirvió de guión a la peli ganadora del Oscar, “El secreto de sus ojos”).
A otro que estoy terminando de leer por estos días y es estupendo, se titula: “Cuentos de los años felices” del incomparable Osvaldo Soriano. Un libro de breves crónicas autobiográficas que relatan principalmente su relación con su padre y el final del segundo gobierno de Juan Domingo Perón, donde; “los únicos privilegiados son los niños”. Intenté otras lecturas como “El Carapálida” de Luis Chitarroni, autor que me había gustado mucho con su “Siluetas”, pero que aquí (sin ser una novela “mala”) hace agua, y algún que otro volúmen que no dio con el clavo de mi exigencia como lector. Me pasó lo mismo con Paul Auster, ya que el libro que saqué de la biblio no me gustó tanto como “El cuaderno rojo” que está entre lo mejor que he leído en los últimos meses. También entre los libros aduiridos, está un pequeño y original poemario de Ana Ajmátova o Akmátova (poeta ucraniana, sobreviviente al stalinismo) y otro de Auster.
Vengo de participar del último slam del año, que tuvo lugar el domingo 04/12. al que me invitaron a que muestre algunas fotos (principalmente detalles y grafittis urbanos); así que el desafío fue doble. Hace calor, es casi verano y ya comienza a sentirse ese clima de “fiestas” por las calles. La poesía, la música y la fotografía, están ahí para comenzar a celebrarlas.