El caballo: el otro amigo 

GRAN ANGULAR

SANTA ROSA 08/11/2022 Valdir Peyceré
cB

Nota: Valdir Peyecerévaldir cara

“En un overo rosao, flete nuevo y parejito, caía al bajo, al trotecito y lindamente sentao, un paisano del Bragado, de apelativo Laguna (…)”

                                                             Estanislao del Campo (Fausto)

Creo que el caballo me gustó desde siempre; desde que mi abuelo me llevaba a ver los granaderos los días patrios y a alguna asunción presidencial; después en la cantidad de series de cowboys o vaqueros que por aquella época pululaban por  la tele.. Un poco más tarde en los paseos al lado del mar por Ostende, Pinamar o Villa Gesell y ya con 15 y 16 años, cuando comencé a practicar equitación en Buenos Aires. Un amigo del colegio tenía una casa en Valle Hermoso y siempre que veníamos a visitar las sierras cordobesas no nos privábamos de andar a caballo. Después casi todo lo que tuviera que ver con este noble animal era de mi agrado: películas, series, revistas, libros… en el cine creo que una que vi unas tres o cuatro veces fue aquella de Robert Redford con Scarlett Johansson muy jovencita en el papel protagónico de una adolescente que se accidenta gravemente y que su terapia pós traumática consiste en que vuelva a montar su caballo, maltrecho, pero sobreviviente. El nombre del film sería “El encantador de caballos” en castellano; “ (The horse whisperer, 1998). ¡Imposible no  derramar alguna lágrima!.  En un canal de la Diectv me encontré con una serie de origen canadiense que se llama  Heartland (“Corazón en la tierra”), y que trata de una estancia donde se trabaja en la recuperación de caballos con problemas con sus dueños, o de falta de doma adecuada u otro problema (muchas veces caballos que sufrieron algún tipo de stress). La serie es todo lo “políticamente correcta” que se pueda. Todo es bello, a comenzar por la fotografía y los estupendos paisajes. Entre todo lo bueno que hay también está la actriz principal  ( Amber Marshall), todo un descubrimiento! Infelizmente, la serie parece haber llegado a su fin, porque la sacaron del aire en el horario nocturno y la pusieron en uno vespertino pero con los capítulos repetidos.

Entre los libros tengo un ejemplar de “Jois du cheval”  y  el “Fausto” de Estanislao del Campo ( ya mencionado ); regalo de mi abuelo cuando cumplí 12  o 13 años, con hermosas ilustraciones. Mi abuelo, dígase de pasaje, era  ingeniero agrónomo y veterinario; también fue gobernador de la provincia (por aquel entonces Territorio) de Misiones y a él se debió en gran parte mi amor por los equinos. Fotografié muchísimo: entre algunas imágenes,  tengo una secuencia de una yegua con su potrillo que es algo que me da una cierta alegría cuando la observo; recuerdo que la usé en algún calendario (en épocas en que los hacía),  la de un muchacho llevando a un puro-sangre y un grupo de caballos al lado del río, están entre mis favoritas.

También están los caballos que entraron a la Historia. Desde el caballo de Alejandro Magno, pasando por el preferido del enfermizo emperador Calígula que lo nombró cónsul, hasta algunos  legendarios como Babieca, el caballo del Cid Campeador que en la batalla final corre con su jinete herido de muerte para asustar a los moros en el Siglo XII. Lo que la historia de España nos relata. También en nuestra historia casi todas las batallas ganadas se las debió a la caballería, desde el famoso combate de San Lorenzo hasta Maipú. Los granaderos de San Martín primero y su Ejército de los Andes, después. En un capítulo de un libro de Ricardo Piglia ( “Las actas del juicio” ) uno de los  ejecutores de Justo José de Urquiza  ( Robustiano Vega) relata refiriéndose a la pasividad con que “Don Justo” recibió a los vengadores de Pavón:  (…) Algunos dicen que todo comenzó cuando le mataron a El Sauce, un tordillo que era una luz. Y se lo mataron por casualidad. Cuentan que estuvo agachado, él no era de aflojar, dele mirarlo y que le acariciaba el cogote como con asco, mientras se le moría, después lo remató con un tiro entre los ojos” (…) Cuando se alzó pidiendo – ¡un caballo que aguante, carajo!, ya era otro y están los que dicen que lloraba (…)” 

En fin; el caballo de alguna forma es fuerza, belleza, equilibrio y gracia; todo unido para darnos su agilidad en los deportes, su fuerza en las tareas del campo y compañía en los paseos. Nosotros solo tendríamos que darles amor y gratitud a cambio. flora

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