Formación con perspectiva de género, una materia pendiente en la comunicación de Calamuchita

Nota de opinión del periodista Franco Sarachini

CALAMUCHITA 02/12/2021 Diario Tres Diario Tres
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En los últimos días, un caso aberrante en torno a la violación de una menor de edad en Santa Rosa de Calamuchita, dejó en evidencia -una vez más- la falta de formación profesional por parte de la gran mayoría de los comunicadores del departamento.

Incorporar la perspectiva de género y ser correctos en el abordaje de una situación de violencia, en este caso sexual hacia una mujer, sigue siendo una materia pendiente; a pesar de la lucha feminista que lleva varias décadas haciendo historia en nuestro país y en el mundo entero, con una intensificación más que notoria en la última década. 

Así, en medio de entrevistas que brindó la madre de la joven abusada días atrás, se pudo escuchar a periodistas haciendo preguntas totalmente fuera de lugar, irrespetuosas, tratando de poner el foco en la contextualización del hecho como buscando justificar la violación sexual, y consultando respecto a detalles que no hacen a una cobertura mediática responsable, sino que claramente buscan la morbosidad del relato para que la noticia “se venda mejor”.  

Esta modalidad, muchas veces copiada a rajatabla de grandes medios hegemónicos de la Argentina, responde a un concepto de comunicación que considera a la noticia una mercancía y no un derecho humano, por lo tanto busca la sangre, el sufrimiento, el dolor y los pormenores escabrosos que convierten al hecho noticioso en un producto comerciable.

A contramano, hace ya varios años, la Defensoría del Público, un organismo que tiene la misión de promover, difundir y defender el derecho a la comunicación democrática de las audiencias de los medios de comunicación audiovisual en todo el territorio nacional, viene difundiendo en su página web (https://defensadelpublico.gob.ar/) y también en folletería y capacitaciones que recorren el interior del país, diversas formaciones en torno a variadas temáticas. Una de ellas es, por ejemplo, la guía de tratamiento mediático responsable de casos de violencia contra las mujeres, o las recomendaciones para el abordaje responsable de la violencia sexual hacia las mujeres en los medios audiovisuales. 

Ésta, sin dudas, ha sido una modalidad por la que miles de comunicadores y comunicadoras han podido acceder a la información pertinente para despojarse lentamente de la mirada cada día más obsoleta que reafirma la violencia machista en todas sus formas, aunque no la única. 

Las colectivas y grupas feministas han tenido un rol fundamental en la formación con perspectiva de género, y constantemente marcan las atrocidades que muchos y muchas cometen a la hora de comunicar...Pero en vez de disculparse, escuchar, aprender y adaptarse a un mejor mundo que se pretende construir signado por la equidad, muchas veces desde atrás de los micrófonos se ríen, se hacen los graciosos, o se justifican de alguna manera, sin modificar un ápice los mensajes funestos que se brindan a las audiencias. 


Con esto, lo que se pretende manifestar es que las herramientas para crecer como comunicadores y comunicadoras están a disposición. Pero no se vislumbra un interés real en ser un poco mejores mañana. El periodismo, al igual que la abogacía o la medicina, sólo por dar algunos ejemplos, tiene la obligación moral, ética y profesional de adquirir nuevos conocimientos y evolucionar en pos de cumplir su rol social fundamental, como lo es el acceso responsable a la información. Y si ese ejemplo no alcanza, vale recordar lo acontecido cuando inició la pandemia, donde algunos periodistas de Calamuchita brindaban nombres completos y datos personales de personas infectadas con coronavirus, propiciando un terreno que podría haber sido catastrófico en medio de un contexto sin precedentes y con un grado de psicosis social que no se sabía hasta dónde podía escalar. 


Pero volviendo al tema de una correcta cobertura mediática en torno a los casos de violencia hacia las mujeres, es preciso señalar algunos ítems a tener en cuenta que detalla la Defensoría del Público. Estos son: 

 1. Recordar que la violencia contra las mujeres no se limita a la violencia física.

También es violencia contra las mujeres, entre otras, la violencia psicológica,

sexual, económica, mediática y patrimonial.

2. Informar a la persona que está o estuvo en situación de violencia sobre las

posibles implicancias de la difusión mediática de su caso, ya que su

visibilización y/o denuncia puede impactar en sus vínculos familiares, laborales,

amistosos y sociales.

3. Proteger la intimidad y dignidad de la persona para evitar su revictimización

mediática. Es fundamental atender a la especificidad de los casos que refieren

a niñas y adolescentes, quienes poseen protecciones aun mayores debido al

interés superior de sus derechos como niñas y adolescentes.

4. Evitar la obtención de la imagen o la voz de una mujer en situación

de violencia sin el consentimiento explícito de la persona.

5. Prescindir de abordajes que estigmaticen, culpabilicen, descrean y/o

sexualicen a las mujeres en situación de violencia, y procurar representaciones

positivas de quienes están superando o han logrado superar la violencia.

6. Privilegiar los enfoques centrados en la prevención y en la concientización

de la problemática social de la violencia contra las mujeres, prescindiendo

de la espectacularización y ficcionalización de los casos.

7. Chequear y diversificar las fuentes de la noticia y evitar la divulgación de

información que pueda obstaculizar los procesos policiales o judiciales en curso.

8. Comunicar los casos a través del uso de un lenguaje preciso y/o de imágenes

respetuosas que privilegien la información socialmente relevante.

9. Abordar la violencia contra las mujeres a través de la multiplicidad de géneros

mediáticos sin banalizar la problemática social y procurar su seguimiento para

evitar que los casos en particular y la problemática en general queden en el olvido.

10. Difundir los datos de organismos y políticas públicas, organizaciones sociales

y personas que se especializan en la temática.


Finalmente y a modo de reflexión, es importante remarcar que la obtención de un título o la carencia del mismo, no define el nivel de profesionalismo de un comunicador o una comunicadora. Por supuesto que brinda un abanico de herramientas más que interesantes a la hora de ejercer la profesión, pero sin ser esto el determinante de una correcta labor periodística. 

Eso sí..., el acceso a la formación constante, el entendimiento de que el mundo va cambiando, el aporte a una realidad más equitativa, la responsabilidad inmensa que implica ser parte de un medio de comunicación y por ende un formador de opinión masiva, y la obligación de estar a la altura de las circunstancias, hacen a la abismal diferencia entre los comunicadores y las comunicadoras que realizan un tratamiento responsable de la información, y los que reproducen mandatos obsoletos que siguen sosteniendo las estructuras patriarcales de este sistema nefasto que se ha llevado puesto inclusive hasta la forma de comunicar. 

Contra eso hay que luchar, y en ese camino están muchos y muchas en este momento crucial de la historia.  

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