La falsa dicotomía del ambientalismo vs. el desarrollismo

OPINIONES

SANTA ROSA 20/08/2021 Diario Tres Diario Tres
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Por Franco Sarachini (Periodista La Ola Digital)francos sarachin

Desde hace poco más de una década, Calamuchita ha tenido un salto exponencial respecto al crecimiento turístico y demográfico, dado que cada vez más personas conocen la región y por sus características, deciden pasar de visitantes a residentes. Dentro de lo que destacan como primeros factores de relevancia para vender muchas veces todo en las grandes urbes e instalarse definitivamente en la zona, se encuentran el entorno natural (con su belleza paisajística incluida) y la cuestión de la seguridad.

Así, personas provenientes de Buenos Aires, Rosario y Córdoba Capital inclusive, suelen ser los principales emisores de turistas que al conocer la realidad de la zona, la eligen para construir luego sus vidas en el día a día. 

Pero a pesar de las proyecciones que marcan en el tiempo venidero que el crecimiento poblacional seguirá siendo marcado y constante, ha faltado en la gran mayoría de los casos un ordenamiento territorial para ser previsores de las demandas que ya comienzan a hacerse sentir en toda Calamuchita. 

Como consecuencia, los gobiernos locales en más de una oportunidad gestionan obras que suelen quedar obsoletas en poco tiempo, o terminan por fallar en cuanto a la respuesta que pide una comunidad pujante que sigue en aumento. Y a eso hay que sumarle que mientras más obras, muchas veces tenemos menos bosque nativo o espacios naturales, lo que abre el debate sobre esta cuestión. 

Desde los estratos más altos se ha instalado la falsa dicotomía de hacerle pensar a la gente que para crecer, desarrollarse y progresar, vale todo porque el factor económico está por encima de cualquier otro factor. Ello tiene como efecto que muchos y muchas, a lo largo de años han defendido decisiones de los gobiernos ya sean nacionales, provinciales o locales de generar obras sin importar si éstas dañan el monte nativo, el paisaje o generan contaminación. Y por ende, se han enfrentado a los denominados ambientalistas, que no son ni más ni menos que personas conscientes de que nada habrá mañana si no cuidamos nuestro entorno natural. 

En los últimos años ese grupo muy pequeño de personas con conciencia ambiental han ido en aumento, generando que cada vez se debata y se piense más en el mundo que queremos dejarle a las generaciones futuras. Y ha calado tan profundo que en algunas ocasiones han logrado triunfos significativos, como cuando la comunidad cordobesa organizada, como pocas veces se la ha visto a lo largo de la historia, logró frenar las modificaciones que el Gobierno de Córdoba buscaba hacerle a la Ley de Bosque Nativo.

Como dijimos al comienzo, con la llegada del desarrollo de Calamuchita como producto turístico, vino también un problema que es la saturación de la Ruta 5, provocando embotellamientos tediosos que suelen producir que un viaje de nuestro departamento a Córdoba Capital, en vez de ser de 1 hora y media aproximadamente, pase a ser de 5 a 6 horas. La realidad es que el ingreso norte colapsa y el Dique Los Molinos suele convertirse en un cuello de botella muy difícil de transitar. 

Ante ello, el Gobierno Provincial anunció en su discurso de apertura de sesiones de la Legislatura que se encontraba trabajando en el desarrollo de un proyecto que subsane esta situación, lo que espera hacer con la construcción de una autovía que cruce el Valle de Paravachasca y llegue al Valle de Calamuchita para evitar la aglomeración de vehículos que se da en la Ruta 5. 

Luego del primer avance, la traza debió ser modificada por motivos insalvables para con la Comuna de La Serranita, presentando hace poco una segunda traza que produciría la destrucción de monte nativo que se encuentran en zonas rojas y amarillas, es decir, espacios que deberían ser los más protegidos a nivel provincial por su valiosa biodiversidad.

El pasado 9 de agosto comenzó a desarrollarse la audiencia pública que se extendió a lo largo de una semana, y que tuvo como primer orador a Camino de las Sierras, empresa que tendría a su cargo la construcción de dicha autovía. Luego de explicar los detalles del proyecto, la palabra pasó a decenas de oradores, que de manera virtual expusieron sus miradas y generaron consultas respecto a la cuestión del bosque nativo, entre otras. 

Pero además de debatir sobre esta obra, aparecieron otros puntos interesantes en el conversatorio, como por ejemplo la posibilidad de buscar alternativas a la realización de una obra tan significativa por su impacto ambiental y también por sus costos económicos. Una de ellas es la de invertir en las arterias que unifican a la Autovía 36 (que va desde Córdoba Capital a Río Cuarto) con la Ruta 5, ya que varias de ellas empiezan en San Agustín (cabecera del departamento Calamuchita) y terminan en Villa General Belgrano. 

En resumidas cuentas, con esta nueva idea que aparece en el tintero, se podrían lograr dos grandes cuestiones: por un lado la de preservar el monte nativo de la construcción de una nueva autovía, y por otro lado la de ahorrar dinero del Estado Provincial, dado que la apuesta de mejorar las arterias mencionadas tendría un costo muy inferior a los millones de dólares que pretender invertirse en la idea inicial. 

Por supuesto que muchas veces pareciera que no hay alternativas o soluciones a la vista. Pero siempre se pueden tomar mejores decisiones. El monte nativo es el entorno que se debe proteger, es el alimento de nuestro existir y si lo pensamos en términos económicos, es también la principal razón por la cual los turistas eligen al interior de Córdoba y sobre todo a los Valles de Paravachasca y Calamuchita para vacacionar. La pregunta sería: si destruimos a la gallina de los huevos de oro que en nuestro caso es el paisaje natural, ¿por qué motivo nos van a elegir los visitantes?   

Lo que pretendo decir es que existe una falsa dicotomía entre ambientalismo vs. desarrollismo, ya que está visto se puede crecer y avanzar pero sin dañar al medio ambiente. Con esta alternativa, los embotellamientos dejarían de ser una realidad, el monte nativo se preservaría y el costo económico para solucionar la problemática sería inmensamente inferior. 

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