Las mujeres y la participación política: una materia pendiente

SANTA ROSA 13/08/2021 Franco Sarachini

Nota: Franco Sarachinifrancos sarachin

Si hoy nos tocara analizar una de las cuestiones que aún deben ser subsanadas por una sociedad mayoritariamente patriarcal y machista, como lo es la participación política de las mujeres, caeríamos en la cuenta de que sigue siendo una materia pendiente. Y esto sin importar si en nuestra evaluación tomáramos a los estratos internacionales, nacionales, provinciales, regionales o locales; en todos falta equidad.

Pero antes de adentrarnos a los análisis un poco más minuciosos, vale destacar algunos datos concretos. “Las mujeres constituyen la mitad de la población mundial. Históricamente han estado confinadas al mundo privado, y su aporte al desarrollo de la sociedad ha sido invisibilizado a través de la naturalización del trabajo de reproducción biológica y social. Desvalorizadas y subordinadas al poder masculino, han vivido discriminadas y desprovistas de derechos”, explica Clara Fassler en su trabajo Desarrollo y participación política de las mujeres realizado para el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

Esta cuestión que parecía una estructura inquebrantable, comenzó a romperse en pleno siglo XX con la incorporación de las mujeres en el mundo público, las guerras mundiales y regionales que rompieron los esquemas preestablecidos y obligaron al hombre a ceder territorio, y la inserción de las mismas en el mercado laboral. De manera muy gradual, sucedió algo similar en el ámbito político, aunque con resistencias no solo sociales sino legislativas; es que las leyes no permitían que las mujeres participaran ni siquiera en la toma de decisiones de quienes serían sus representantes.

De la mano de esa ruptura vinieron las revoluciones feministas y un protagonismo cada vez más marcado de la mujer, en una lucha constante por dejar de ser objeto para pasar a ser sujeto, y como tal, seres de derechos. Y no significa que anteriormente no existieran mujeres que hubiesen encarnado este tipo de combates con un destacado heroísmo, sino que los redactores de la Historia se habían encargado de invisibilizarlas.

Convencer a las mismas mujeres de que sí se podía y a la vez pelear en una sociedad donde predomina la ideología machista, la cual pone como eje al hombre en una especie de antropocentrismo masculino, es un desafío constante que se mantiene incluso hasta nuestros días.

Hoy, varios países del mundo pueden considerarse un faro de cambio en varios aspectos. Y aunque Argentina tenga una tasa extremadamente alta de femicidios y aún falten legislaciones y consciencia en muchísimos aspectos referidos a la equidad de género, es uno de los que más ha logrado avanzar en Latinoamérica.

Con la Ley 13.010 de Sufragio Femenino aprobada en septiembre de 1947 durante el gobierno de Juan Domingo Perón, y con una lucha inclaudicable de Eva Duarte que había levantado esa bandera que ya venía tratando de enarbolarse desde hacía 40 años antes cuando se creó el Comité Pro-Sufragio Femenino (fundado por las feministas Alicia Moreau, Sara Justo, Julieta Lanteri y Elvira Rawson de Dellepiane), la historia de las mujeres en el ámbito político nacional cambiaría para siempre. Es que la normativa plantea igualdad de derechos políticos entre hombres y mujeres, estableciendo la posibilidad de que ellas puedan elegir, pero también ser elegidas.

Desde ese momento y hasta la fecha, las mujeres fueron ocupando diversos cargos, desde miembros de Comisiones Comunales en los pueblos, concejalas, intendentas, legisladoras, gobernadoras e incluso estar a cargo de la Presidencia de la Nación, además de los espacios dentro de partidos políticos y de gestión de los distintos estratos que componen al organigrama institucional de nuestro país. Y esto apoyado en otras legislaciones que se aprobaron en las últimas décadas, con la finalidad de garantizar el pleno derecho de las mujeres en la política.

“Durante la década del 90, específicamente desde la aprobación de la Ley 24.012 de cupo femenino en 1991, la participación de mujeres creció considerablemente. Aquella ley estableció un piso de 30% de mujeres en las listas legislativas. Sin embargo, la aplicación del cupo femenino en el Senado se retrasó hasta 2001, año en que la elección comenzó a ser directa. Luego del impulso inicial, durante la última década se han registrado oscilaciones en la participación femenina en ambas Cámaras, sin superar nunca el 45%”, detalla la página oficial del Gobierno Nacional Argentina.gob.ar

Y agrega: “En 2017 se produjo un hito en el tema al sancionarse por ley la paridad de género para las listas de cargos electivos y partidarios”. De esta manera, las listas legislativas debieron tener a partir de 2019, el 50 por ciento de candidatas mujeres de forma intercalada y secuencial.

De acuerdo a los datos relevados luego de la celebración de los primeros comicios bajo esta ley, “para el bienio 2019-2021 la Cámara baja quedó conformada por 106 mujeres, las cuales representan el 41,2% del total e implica un aumento de casi 3 puntos en comparación con la legislatura anterior (2017-2019). Por su parte, el Senado está conformado actualmente por 29 mujeres, equivalente a una participación del 40,3% del total, prácticamente igual a la composición del bienio anterior”.

En cuanto a las legislaciones provinciales, tiempo atrás las cámaras bajas o legislaturas unicamerales se conformaban con un promedio de participación de mujeres de un tercio, es decir el 33%. Pero al momento más de la mitad de las provincias ya han adoptado criterios de equidad de género, subiendo sus porcentajes más equilibradamente. Dentro de las mismas se encuentran Santiago del Estero, Río Negro, Buenos Aires, Salta, Neuquén, Chubut, Catamarca, Santa Cruz, Mendoza, Chaco, Misiones, Formosa y Córdoba.

Apoyado en ese criterio, el Gobierno Provincial lanzó tiempo atrás bajo la tutela de la diputada nacional, Alejandra Vigo, y la ministra de la Mujer de Córdoba, Claudia Martínez, el programa Liderasas, que busca la formación de las mujeres en sus roles políticos, además de instar a la participación en los distintos estratos de poder.

Así, en sus objetivos figura el monitoreo del cumplimiento del marco normativo que garantiza la participación femenina mediante acciones afirmativas, la promoción dentro de los municipios con Carta Orgánica de la adhesión a la ley provincial Nº 8.901 para estimular la representación paritaria, el fortalecimiento del trabajo político de las mujeres en las estructuras partidarias, en las organizaciones sociales y en la sociedad civil, y el desarrollo de herramientas que permitan promover, garantizar y fortalecer la participación política de las mujeres para el ejercicio pleno de sus derechos, entre otros.

Pero todo eso…¿se traduce al interior del interior, en departamentos como Calamuchita?

La pregunta seguramente disparará varias miradas al respecto. Pero una de ellas es sin duda que falta muchísimo camino por recorrer. Al momento, en pleno 2021, solo una mujer preside su comunidad de las 24 localidades que componen la región. Silvia Martínez, jefa comunal de Los Molinos es la única voz femenina en las mesas de decisión departamental. Los otros 23 jefes comunales o intendentes son hombres, sumado a la figura del legislador departamental que también recae en uno.

Los presidentes de los partidos políticos que tienen injerencia en la zona, como son el Justicialismo, el Radicalismo, la Izquierda, el PRO, el Frente Cívico, el Partido Libertario, la Coalición Cívica ARI, en su inmensa mayoría están también dirigidos por hombres, ocupando las mujeres los roles de secretaria o tesorera. Y si a eso le sumamos el análisis de las elecciones que se dan en los niveles locales, el 90 por ciento de los postulados son hombres, siendo las mujeres las compañeras de fórmula.

Mucho se puede hablar y analizar al respecto. Lo cierto es que faltan políticas públicas que incluyan a las mujeres en la vida de la gestión partidaria. Esto, para que puedan acceder a los estratos del poder político y logren desde allí ser verdaderas protagonistas y no adornos o compañías de los hombres que siguen sin ceder espacios.  

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