El facebok, la nieve y un poema
por Valdir Peyceré
Siendo racional y lógico, uno sabe o debería saber que el facebook o “face” para los amigos, es algo relativo. Relativo, porque ni los amigos son tan amigos ni los “me gusta” o “amé eso” son, en definitiva, tan importantes para seguir tocando nuestras vidas… y muchas veces tampoco no nos queda claro porque se fundamenta la empatía de esta o aquella persona a nuestros posteos. Futbol, paisajes, fotos personales, familiares, de “mascotas”, frases, días de aniversarios nuestros o ajenos, poemas y más fotos… o lo que suele ser “peligroso”: publicaciones políticas. También y mucho, es mi costumbre usarlo como propaganda de lo que hago: el programa de radio y esta columna en el Diario TR3S. Suben y bajan las “apuestas” pero últimamente andan rodeando la docena del famoso “dedito para arriba” siempre, cuando no el decepcionante 4,5 o 6 almas virtuales (reales) que gustaron de aquello que publiqué en mi muro. Hay momentos en que digo “para qué”; traduciendo un dicho brasilero; da “ganas de patear la carpa” (“chutar a barraca”)… y chau face y chau publicaciones pensadas y buenas para uno, pero con poca repercusión entre los “amigos” que llegan a los casi 500 en mi caso… hay quienes tienen 2.000 , 3.000 o más de 4.000. Hay, también, quienes viven para las redes sociales. Por suerte este no es mi caso.
Pero de repente el miércoles pasado nevó en Santa Rosa. Abro la ventana y ahí está nieve como no se veía hace 13 años. Sí; la prensa, los comentarios (también en las redes!) se acuerdan o registran la enorme nevada del 9 de julio del 2007, pero, parece que se olvidaron de otra, casi un año después: la del 28 de mayo de 2008, fue similar, tal vez con una intensidad algo menor, pero muy parecida y muy copiosa. Me quedó esa fecha en la memoria, entre otras cosas porque en San Pablo fallecía un señor anciano pero joven de alma, alguien que amaba el haiku y que para nosotros, los que pertenecíamos (y seguimos ligados) al grupo de haku llamado “Ipê” (el árbol nacional de Brasil); se llamaba Masuda Goga, un maestro nipón – brasileño de esta modalidad de poema (terceto) de origen japonés. Me inspiré, escribí un poema. Un poema de tres estrofas con muchos versos (no un haiku), lo titulé simplemente “Nieve” y subí un par de fotos que hice con mi celu al facebook. Puse todo esto así medio pensando con mis botones: “lo pongo por mí mismo”, “porque tengo ganas”… casi un regalo para mí mismo… no importa en definitiva el “éxito” del posteo. Pasaron unas horas y yo hasta me olvidé… dejé la compu ligada y seguí con mi vida. Vuelvo y para mi sorpresa habían más de 15 “me gusta” debajo de las fotos y el poema. Pasó un par de días y la cosa dobló… hoy veo que tengo 31. Releí el poema un par de veces y de hecho me sigue pareciendo bueno. También escribí un haiku que hice casi en simultaneo con bastante repercusión en una página para adictos a esta modalidad de poema… otra treintena que en un grupo “cerrado” es todo un acontecimiento. También lo ilustré con una foto de la nevada! ¿Qué pasó?. ¿Las personas “quieren salir del lugar común”?. ¿El género humano aun es sensible para la poesía y una imagen bella?. Sea como sea la cosa cambió del agua para el vino. Aun cuando sé que 30 es quizás un número bajo… porque en algunos casos hay dos o tres veces más en una foto de una selfie, para mí lo que importa son esas treinta personas sensibles. Treinta personas que se interesaron por algo diferente. Sea como sea ahí estaban el poema y la foto que ahora comparto con ustedes en este Gran Angular que quiere ampliar todavía un poco más el foco.
NIEVE
Hoy nieva en Santa Rosa,
pero no es una nieve normal,
es la suma de todos los blancos
puestos al unísono, uno tras otro,
el canto de todos los blancos
que vieron mis ojos.
Hoy nieva en Santa Rosa
y el silencio le da un toque
casi mortal al paisaje…
El joven roble parece un pino de navidad
mirándolo así, rápido,
y el trino de un pájaro recién se escucha
como el motor de un coche a la distancia.
Hoy nieva en Santa Rosa
y aunque muchos hayan salido a ver
esos muñecos blancos
como pequeños seres humanos pálidos,
yo me quedo un poco más
con la música del mundo, a disfrutar
de vos y de esta taza de café que se enfría
entre risas y recuerdos transparentes.