Vida de perro

GRAN ANGULAR

SANTA ROSA 04/06/2021 Valdir Peyceré
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foto: Valdir Peyceré

Entre todas las formas de vida que nos cercan, solo el perro eligió asociarse a nosotros

              Maeterlinck 

 

Esta noche me entero que es el “día del perro” que también se podría llamar “el día del mejor amigo”… lo supe por un posteo en el facebook de un compañero de radio. De repente es jueves y pensé: ¡qué buen tema para el Gran Angular! Los otros habitantes de Santa Rosa; los perros, o quién sabe, nosotros seremos los “otros” para ellos. Frida, Peggy, Furia, Vicky, Fulerita, Charly, Fito…, algunos de amigos y vecinos del barrio y los míos: Leo y Caramelo… Siempre pensé en escribir algo sobre ellos… casi todos los días te regalan un momento de afecto, único, raro, bello, poético… y muchas veces se los ve felices… en realidad ya tienen una felicidad, un “plus” sobre nosotros  por no saber lo que pasa, por no tener nada que ver con la pandemia. Nosotros, “sus dueños” somos los mismos de siempre, para ellos,  con o sin barbijo. 

De toda la gran bibliografía que hay a respecto, creo que uno de los que más entendió y supo plasmar en palabras la relación hombre-can fue Jack London con su famoso “El llamado de la selva”… que yo creo haber leído, fácil, unas tres veces…  también, según leo en “De la dificultad de ser can” de Roger Grenier  (un tratado armado con mini-crónicas); Charles Beaudelaire tenía una particular simpatía por este animal y, principalmente por los perros vagabundos, los perros marginados, los perros de la calle, a quienes les dedicó muchos de sus mejores versos. Volviendo a Santa Rosa y a estos habitantes de cuatro patas, ¡qué se puede decir! Pienso que a la mayoría de la población (humana) les gustan, sino como no reconocer que la mayoría de los perros vagabundos o “callejeros” anda con sus buenos kilitos más bien “de más” que de menos. Así que es evidente que siempre tienen alguien que los alimentan. Es verdad que están aquellos que no simpatizan; que los repelen, que no tienen empatía con el alma canina. Los he visto y de alguna forma los he padecido, porque, quien tiene perros espera una comprensión que a veces es difícil encontrar en esta gente que muchas veces piensa que el comportamiento de un can debería ser parecida al de un humano.  A pesar que nosotros (los humanos) ya dejamos de ser “un ejemplo” hace rato.

Pero dejemos a los malhumorados y malos – carácter de lado. También a los que hacen de sus perros una extensión de ellos mismos… una extensión de su propio mal estar en el mundo o, lo que es peor; de su propia violencia. Otra moraleja es creer, como muchos creen y predican que no importa tanto la raza sino como se los cría o educa a los canes. Un pitbull o rottweiller no es malo en si mismo y sí por como lo cría su dueño. En parte es verdad, pero estoy convencido de que una persona de mala índole y violenta raramente tiene un collie o un labrador golder retriever como compañía…

Tengo algunos libros con buenas fotos de perros: “Joies du chien” y “New York Dogs” entre otros, pero, pienso que las propias fotos que he hecho de los míos y de tantos otros que deambulan por Santa Rosa y tantas otras ciudades, ya daría para armar una edición de otro libro o una exposición fotográfica. Y sí, a mí me gustan! Aun cuando no todo han sido flores con ellos: una vez me mordieron; allá por 2016 en Santa Mónica (y ahí fue claro esta violencia o mala índole del dueño… porque es difícil que un perro… en el caso varios, ataquen como una jauría a un desavisado transeúnte. También aquellos perros se llevaron la vida de un par de vidas de otras mascotas. Acá tengo que detenerme en la poca eficacia de las autoridades para poner freno o reprimir como corresponde a ese tipo de agresiones. Al final la responsabilidad es del dueño y claro que los perros una vez cebados son muy peligrosos. Ni decir si tienen en la frente un niño! Después de consumado un ataque de este tipo debería caer todo el peso de la ley a estos individuos, cosa que hasta donde se no ha ocurrido. Pero, sin querer (queriendo) me fui para el otro lado. Aunque me interesa aquí rescatar el lado fraterno, amigable y compañero del perro estaría algo coja una nota sin ese “otro lado” negativo que también existe.

Por aquí y en este barrio (El Mirador) a excepción de un par de casos muy aislados que prefiero no contar, los vecinos y vecinas son gente que gusta y es muy comprensiva y cariñosa con nuestros “mejores amigos”. De ellos y de los otros.  El perro es compañía, amistad, cooperación, diversión, entrega sin especulaciones… el perro nunca pide nada a cambio… o, quien sabe solo un plato de comida y una caricia. El perro siempre perdona y solo aquel malvado (que los hay) como ese (¿cómo llamarlo?) individuo que hacía correr a su galgo (claro que en una carrera ilegal) y que al no ganar lo tuvo atado días sin comer con una cuerda o cadena corta (el relato es de Sandra, una vecina y amiga de los perros que por suerte ahora tiene a su galgo… ¡perdón me olvidé de su nombre!; sano y salvo con ella). Pero nada que ejemplifique mejor la fidelidad del perro a su dueño que la película “Siempre a tu lado” (Hachiko), basada en la vida real del perro japonés Hachikó (de la raza Akita) que aguardó días, semanas, meses (incluso años) a que su amo (protagonizado por Richard Gere) regresara de tren en la estación. La historia, muy bien narrada, cálida, emotiva y que hace que indefectiblemente a uno se le caiga un lagrimón tiene momentos muy bien logrados y es uno de los mejores films del género.  No hay mucho más que escribir. Ayer fue el “Día del perro”… a nuestros eternos amigos; salud!!

 

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