Chile le dice adiós a la Constitución de Pinochet

COLUMNA

SANTA ROSA 26/10/2020 Diario Tres Diario Tres
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por Franco Sarachinifrancos sarachin

 

Hace poco más de un año, el vecino país vivió el inicio de un estallido social. Tras el alza en el pasaje del Metro de Santiago que se fue a 30 pesos, chilenos y chilenas salieron a la calle y transformaron un reclamo económico en una lucha histórica. 

Así, la consigna pasó a ser “no son 30 pesos, son 30 años”, elevando el nivel de discusión y poniendo en debate las tres décadas de herencia generadas por la dictadura militar de Pinochet. “Se dio la rebelión popular más importante de la historia de Chile prácticamente”, dice al respecto el dirigente del Partido de Trabajadores Revolucionarios de ese país, Dauno Tótoro.

En contacto con el joven líder que participó de inicio a fin en este proceso épico, contó que se dio por un hartazgo de la comunidad hacia los últimos 30 años gobernados por la ex concertación y la derecha, y la falta de respuestas a las demandas sociales por parte de los partidos tradicionalistas chilenos. De hecho, la principal medida tomada por Piñera a lo largo de las masivas manifestaciones fueron la represión y las amenazas. 

El punto más álgido se dio el 12 de noviembre cuando un paro nacional absoluto se apoderó del país. “Luego de esto, los partidos tradicionales, la derecha y también el Frente Amplio que es uno de los partidos nuevos que surgieron al calor del movimiento estudiantil, corrieron a rápidamente el 15 de noviembre firmar un acuerdo por la paz y la nueva Constitución, y abrieron este proceso constitucional que ahora nos estamos aproximando a su inicio propiamente tal con el plebiscito nacional del 25 de octubre”, contaba la semana pasada Tótoro.

Y dejaba en claro: “Este proceso constitucional no fue exactamente lo que estaba pidiendo la calle. Esto nace más bien como una forma de descomprimir, de desviar la lucha y la movilización, y sacarla de la calle. Y se produce este proceso constitucional que en realidad tiene una serie de artimañas, de trampas y de trabas que lo hacen bastante antidemocrático”.

Al margen de ello, ayer Chile le dijo basta a la Constitución de Pinochet, uno de los dictadores más sanguinarios de nuestro continente y mano ejecutora del Plan Cóndor. Ese escrito redactado en 1980 y modificado en 2005 deberá ahora tener en cuenta las demandas de los sectores populares, las poblaciones periféricas a Santiago, los estudiantes secundarios, la voz de los sectores de trabajadores y los empleados de la salud, entre tantos otros que dieron lucha desde el 18 de octubre del año pasado para arribar a este resultado.

Y es que aquí hay problemáticas de fondo, como el acceso a la educación, la manera en que se gestionan las pensiones y las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones), y el tema de la salud, que son los grandes reclamos de la sociedad que exigen una revisión.

El mundo está cambiando. Y ya no lo hace de manera esporádica y a la velocidad de una tortuga. Los tiempos avanzan con rapidez y los procesos generados por los gobiernos populares en toda Latinoamérica, a pesar de sus fallas, muestran a la vez aciertos importantes en cuanto a la construcción de tejidos sociales. Dentro de ellos está el rol de la juventud en la participación política y democrática del continente. Y Chile es un claro ejemplo de ello, con el nacimiento de la “juventud sin miedo” después del gran movimiento estudiantil que se generó en 2011. “Era la juventud que le había perdido el miedo a la dictadura, el miedo a la represión, el miedo a movilizarnos. Y empezamos a decir lo que pensábamos, a ver que era factible luchar y eso continúa al día de hoy”, relataba el dirigente del Partido de Trabajadores Revolucionarios.

Pero…cómo se explica una gesta que podría haberse dado hace tanto tiempo atrás y recién ahora viene a estallar. Ante esa consulta, la respuesta suele ser similar también en toda la región: la complicidad y desesperanza que se generan desde lo discursivo a través de los grupos concentrados de medios de comunicación es una herramienta efectiva. 

En Chile las mutilaciones oculares que generaron decenas de muertos y cientos de heridos por parte de las “fuerzas de seguridad” no fueron denunciadas primeramente por los medios tradicionales, sino que se hicieron virales a través de las redes sociales. He aquí una nueva herramienta que pone en jaque también a lo que nos quieren mostrar. Esa desesperanza sostenida y transmitida una y otra vez, generaba sin dudas un aletargamiento que surtió su efecto, pero que no puede ser eterno. Hoy, lo que hay es más bien esperanzas, hambre y energía de luchar por un mundo distinto. “En el caso de Chile, de terminar con estos 30 años de herencia de la dictadura militar”, expone Dauno Tótoro.

Y detalla: “Aquí en Chile tenemos una situación donde prácticamente todos los medios están agrupados en dos grandes conglomerados económicos y se han dedicado en el último tiempo, por un lado a criminalizar la protesta social y la movilización, y por el otro, a tratar de lavar, de edulcorar lo que fueron las movilizaciones para levantar este proceso constitucional y evitar que emerja nuevamente la movilización con fuerza como fue en octubre pasado. Han cumplido un papel de defensa en última instancia de estos 30 años, y son claramente un aparato al servicio del régimen heredado de la dictadura militar”.

Chile, al igual que el resto de Latinoamérica, le dice NO a la derecha. En Argentina, este proceso que llevó a Mauricio Macri en 2015 a la presidencia tuvo un contundente rechazo en octubre del año pasado, otorgándole la victoria a la fórmula Fernández-Fernández luego de haber probado el sinsabor generado por un gobierno neoliberal y antipueblo. En Bolivia, la destitución de Evo Morales y la instalación de un gobierno de facto tras la mentira de fraude electoral puso en evidencia a las manos que hubo detrás de esta cuestión. Y cuando el pueblo fue llamado a votar, masivamente se volcó hacia el candidato del MAS que no necesitó de una segunda vuelta para demostrar que era el elegido del pueblo, ya que arrasó en las elecciones pasadas. 

Ayer Chile le dio un fuerte cachetazo también a la derecha y puso en alerta a los partidos políticos tradicionales que en estos últimos 30 años no han podido resolver problemáticas de fondo, que son el reclamo de la gran mayoría de chilenos y chilenas. Si no ponen empeño en ello, quizás sea momento de que surjan nuevas figuras representativas que vengan a plasmar el sueño de tener gobiernos más afines a los deseos de las mayorías, y dejen de responder como marionetas a los intereses de los grandes detentores del poder mundial.  

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