Crónica de la (post) pandemia V

GRAN ANGULAR

SANTA ROSA 16/10/2020 Diario Tres Diario Tres
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foto Valdir Peyceré

por Valdir Peycerévaldir cara

EL FÚTBOL

El fútbol es quizás una de las pocas cosas en que los argentinos tenemos un consenso. La gran mayoría gusta y en esa atracción por este deporte se puede decir que no hay grietas. Pero este largo paréntesis suscitado por la pandemia hizo que todos sintiéramos una carencia. Ahora, lentamente, los partidos van volviendo; primero de manos de la Copa Libertadores y ahora  parece que van a volver los torneos nacionales el próximo mes, o mejor,  ya comenzarían el 30 de octubre.

En el medio tuvimos esta “fecha FIFA” con algunos encuentros por las eliminatorias para Qatar 22. En un comienzo fue una pésima noticia porque la verdad que tener que esperar casi tres semanas para volver a ver el espectáculo que da River fue un balde de agua fría para mí… pero después de haberme quedado dormido frente al televisor con Argentina x Ecuador, vino, por fin, un partido de verdad. Argentina jugó de igual a igual con Bolivia, aun en la altura de La Paz y consiguió un resultado épico. Argentina “sacó pecho” (como diría Sorín) y venció las adversidades y la altura que sin duda lo son. Supo plantear un juego con el desgaste bastante justo aunque por otro lado con generosidad. Messi jugó como hace tiempo no se lo veía: distribuyendo el juego (principalmente en el segundo tiempo) con inteligencia y al mismo tiempo ayudando al funcionamiento del equipo entre el medio campo y el ataque… la mayoría de los pases que dio, significaron peligro y ni qué decir del golazo de Correa que lo tuvo al 10 como pilar principal de su construcción. El gol de Lautaro Martínez fue una demostración de picardía, raza y actitud… casi un gol de potrero. Un gol que puso un sello de confianza y actitud al resto del equipo.  Después es volver a la monotonía de siempre; algún capítulo de “La ley & el Orden”  más o menos bueno o “Chicago PD”  con sus métodos bastante políticamente incorrectos de proceder frente a la delincuencia… “En Terapia” que en esta temporada con nuevos pacientes tampoco hace mucho mi cabeza a excepción de la soberbia actuación de Darío Grandinetti.

De todas las películas que pasan (muchas repetidas hasta el hartazgo) de vez en cuando nos encontramos con algunas pepitas. A los noticieros mejor no nombrarlos. Sigue habiendo algo muy podrido en los medios masivos de comunicación en la Argentina.

Los apresurados

Se los puede encontrar en todos lados aunque la propensión es aparecer en algún negocio y tratar de hacerse atender cuanto antes. Por suerte no son la regla pero ya me los he encontrado aquí y allí, sin guardar la distancia y demostrando una ansiedad galopante. Ese síndrome llamado el “mal del siglo” (la ansiedad) se apodera de estos personajes sin distinción de sexo y hace que pongan a prueba nuestro estado mental y nuestra paciencia (la de ellos, sin duda, ya está comprometida hace rato)… claro, esta situación de pandemia nos la pone a prueba a todos pero lo que tenemos que tener es antes de más nada la convicción que ese “freno de mano” de nuestras prisas cotidianas es benéfico para el otro. Es positivo para todos. Como tantas veces se ha dicho; cada uno hace lo que quiere de su vida pero cuando en ese “hacer lo que quiere” pone en riesgo la salud de los demás la cosa cambia de figura. Creo que cabe a los propietarios de los comercios hacer cumplir las reglas junto con los y las ciudadanos/as. Todo para que sigamos enfrentando civilizadamente esta lucha contra el Covid 19 sin terminar como los personajes de “Relatos Salvajes”.

 

El haiku, el jardín y la sierra

Comienzo por explicar qué es el haiku ya que de estas tres palabras, probablemente muchos de los/as amigos/as  lectores/as les parecerá ajena a su vocabulario. Es un poema mínimo; un terceto (tres versos) de origen japonés; escrito con aproximadamente 17 sílabas (5 / 7 / 5). Su temática está unida a la Naturaleza y las estaciones del año y generalmente parte de un hecho observado por el poeta (haijin) sin artificios literarios como el uso desmedido de la metáfora o eufemismos diversos. Tiene que ser algo espontáneo dónde lo importante sea lo que contemplamos y no nosotros mismos (nuestros sentimientos quedan en segundo plano). Esto último es muy difícil para nosotros occidentales siempre propensos a considerarnos el ombligo del mundo. De esta dificultad nace la esencia de parte de la complejidad de escribirlo y por su vez lo interesante de volcarse a este ejercicio. En el segmento de arriba me dediqué a hablar de la ansiedad galopante de algunos, en este, en lo opuesto: la tranquilidad, la contemplación, en definitiva el equilibrio y la paz. Puse al jardín como segundo “protagonista” porque considero que también ayuda a este serenarse; también puede servir para “unir lo útil a lo agradable” ya que muchos (mis vecinos y mi cuñado son buenos ejemplos) mantienen una huerta que propicia buenos tomates, zapallos, acelgas, rabanitos y una infinidad de otros productos horti – fruti granjeros que son una buena forma de ahorrar unos pesos a la vapuleada economía familiar. Yo mismo lo intento, con una mini huerta donde mantengo algunos de estos ítens en buen cultivo para después usar en algún plato. Fuera esta posibilidad existen las plantas, las flores y algunos árboles que hayamos plantado. Todo esto nos mantendrá con una cierta dinámica con un tiempo empleado en algo vital y positivo. Y por fin está la sierra; eterna en su aparente soledad de observadora. Nosotros la observamos y ella parece que nos mira a nosotros. Ahora (ayer llovió toda la noche y la mañana) con esta bendita lluvia parece que se sofocaron los incendios que quedaban en la provincia. La sierra parece un límite donde uno puede pensar en que; ¿“qué será que pasa más allá”? pero también (y nuevamente)  tiene que ver con esa responsabilidad colectiva y con ese cuidar un patrimonio que es de todos. Aun cuando a algunos les cueste pensar así y sigan pensando solo con el bolsillo.

Los dejo con un ejemplo de haiku que escribí ayer:

 

Llegó la lluvia;

el roble parece el más feliz

en mi jardín.

 

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