Oda a la bicicleta

GRAN ANGULAR

SANTA ROSA 09/10/2020 Diario Tres Diario Tres
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Foto: Garry Winogrand

por Valdir Peycerévaldir cara

 Hace más de 40 años que ando regularmente en bicicleta. Aunque aprendí a andar  con 6 o 7 años (recuerdo que le pedí a mi padre que le saque las “rueditas” para orgullo del mismo) y tuve varias entre mi infancia, adolescencia y primera juventud, el “puntapié inicial”  de ese “andar regularmente” fue en abril de 1980 cuando compré una de carrera (Caloi 10 original, con cambios Shimano) y empecé a andar por las altisonantes calles de Sao Paulo:  Viaductos, pasarelas, avenidas, callejuelas, rotondas, autopistas… nada se interponía a la velocidad (o no) de sus ruedas y de mi decisión de llevarme de un lugar a otro; nada se interponía entre las ganas de recorrer esa ciudad, esa megalópolis y disfrutar de la mezcla de urbe y naturaleza, ruido y silencio, gente y soledad, en fin; nada se interponía entre mi persona y la libertad que andar en una bike me proporcionaba. Hoy, sigo pedaleando en un contexto totalmente diferente no solo en lo que tañe al espacio físico en que me toca hacerlo, sino y principalmente en la realidad actual con esta interminable pandemia que todo lo transforma, principalmente las relaciones humanas…  la bicicleta sigue siendo una buena compañera: es un medio de transporte, una diversión, un esparcimiento, un vínculo y una puerta a la libertad, hoy bastante cercenada por la lucha contra el Covid 19. De hecho ese “medio de transporte” acaba por imponerse en las grandes ciudades. Escucho en la radio que en Buenos Aires aumentaron tres veces las compras de este vehículo y la tendencia de este mercado es crecer. Sin los medios de transporte habituales (o existiendo una dificultad en usarlos),  la población se inclina por un medio de trasladarse que no contamina, que tiene un bajo costo de mantenimiento (si lo comparamos con los de un automóvil) y que hace bien para la salud. De hecho también he leído y visto un gráfico de la Universidad de Texas que indica que andar en bicicleta está entre las actividades menos riesgosas. 

Hay toda una literatura a respecto y muchas revistas especializadas… tengo algunas en casa… una, incluso, del Tour de France;  probablemente el más emblemático circuito del ciclismo en el mundo, ya leí algo, ya que es más que un entretenimiento hacerlo… es casi un left motif de vida. David Byrne, el líder y principal voz de Talking Heads escribió “Diarios de Bicicleta”, un librito que yo leí de un tirón hace unos 5 años atrás… Byrne nos cuenta su experiencia de trasladarse en este vehículo por las calles de las grandes ciudades del mundo. Entre ellas aparece Buenos Aires con un capítulo bastante generoso en experiencia y análisis de lo que es pedalear por “La Reina del Plata”.

El músico y actor usa una bike plegable que la lleva a todos lados. Su teoría principal de los beneficios de andar en bicicleta se basan en que la “magrela” (“flaquita”, como la llaman en Brasil) te saca de los lugares comunes y de las “rutas turísticas”; te da una visión más humana de la vida de las metrópolis que se visitan y te aproximan a los pueblos con una perspectiva más cercana de lo que te proporciona otra forma de movilidad.

David Byrne  tal vez sea la “punta del Iceberg” de una gran bibliografía que debe haber por ahí, pero que tampoco es tan necesaria. Lo importante es andar y conocer sus caminos y derroteros con los propios pies, piernas, ojos, manos y todo el equilibrio del cuerpo… son muy importantes los oídos, también, porque de lejos podemos darnos cuenta de que tipo de vehículo viene con poco margen de error. Aunque casi no existe una legislación específica para la bicicleta, debemos intentar cumplir las reglas del tránsito, porque, a todos los efectos, la bici es un vehículo más; a veces no es fácil porque la posibilidad de escabullirnos de situaciones complicadas de tránsito hace  que haya una “tentación” también a escabullirnos de esas mismas reglas. Tenemos que tratar de respetar los semáforos a pesar de que muchas veces consideremos que forman parte ocasional del  paisaje.

La historia de mis bikes también existe, pero, voy a ahorrar detalles… Actualmente deambulo con una Giant Rincón de 21 marchas,  también Shimano… es viejita, la quiero y aún cuando comprara otra más nueva, está en mí no venderla. Es la misma que anduvo en S. Paulo y que la busqué y traje en un singular viaje  hasta Córdoba y después Santa Rosa,  en un recorrido de casi 3.000 kilómetros. En fin;  lo que es bueno es bueno siempre y es una Giant y es para siempre. Es casi como alguien que en el mundo de las motos tenga una Harley Davidson. También podrá decir que es para siempre!

Aunque el 99,9 % de las personas elogian el andar en bicicleta y en específico lo que tiene que ver con mi amor por ella, hubo un par de personas que tuvieron una opinión negativa; realmente un par (una en Brasil y otra en Argentina) que probablemente envidiaron la plenitud, el disfrute y en definitiva la LIBERTAD que proporciona. No sé que les respondí; pero si tuviera la oportunidad de hacerlo de nuevo,  les diría que, ¿porqué no me imitan, porque no la usan y se unen a esos cientos de miles que la tienen como una forma de ejercicio, de esparcimiento, de plenitud, de contacto con la naturaleza y de libertad?. De esos millares que la tienen como una forma de vida.

 

 

 

 

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