La conservación del medio ambiente en disputa

COLUMNA

SANTA ROSA03/08/2020Diario TresDiario Tres
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por Franco Sarachinifrancos sarachin

 
La lucha por preservar el espacio donde habitamos es de larga data. Pero en un comienzo, los únicos que ponían en agenda esta temática eran los “ambientalistas”, palabra que por décadas tanto el poder político como comunicacional trataron de deslegitimar cultural y socialmente. “Son los loquitos que dicen que va a llegar el apocalipsis y nos vamos a morir todos”, se murmuraba en la comunidad, alentados por los discursos antiambientalistas que se construían desde los poderes antes mencionados. “Quieren detener el progreso”, decían otros, desviando el eje de la discusión. 

Hoy, luego de varias décadas de lucha incansable por concientizar al respecto, podríamos decir que la sociedad ha caminado en ese sentido. Pero…siempre hay peros…

A nivel internacional las agendas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea (UE) y la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), por ejemplo, han desarrollado desde el nuevo milenio agendas de desarrollo sostenible, tratando de que el impacto del capitalismo en el mundo sea cada vez menos nefasto; sobre todo después de la revolución industrial y todo lo que ello trajo aparejado en materia de contaminación. 

La educación comenzó también en las últimas décadas a jugar otro rol preponderante, incentivando el cultivo de productos orgánicos y sin conservantes en huertas familiares, mostrando los beneficios de una vida más saludable a través de distintas acciones como la separación de residuos y el reciclado, y enseñando a los más pequeños las calamidades que produce la mano del ser humano cuando interfiere a gran escala en los ecosistemas. 

Hoy la gran mayoría ya comprendió que vivimos en un mundo finito, y que los recursos no renovables se agotan segundo a segundo. Sin embargo, el capitalismo salvaje y la idea de conservar el medio ambiente siguen chocando constantemente. Basta sino con ver lo que sucedió el año pasado con los incendios en el Amazonas, donde la injerencia del accionar humano por décadas terminó provocando un desastre a gran escala. 

En Córdoba particularmente se dio un feroz debate social en 2017 cuando el Gobierno Provincial intentó avanzar sobre el bosque nativo. A ello, la sociedad dio una respuesta contundente, manifestando que el monte no se toca, logrando un grado de organización popular pocas veces vista a la hora de enfrentar al poder político de turno, que debió dar marcha atrás para no pagar el enorme costo político que quizás le hubiese generado en un año electoral. 

Calamuchita fue uno de esos nodos donde nació una Asamblea en Defensa del Bosque Nativo, espacio que permitió visualizar lo mucho que se había avanzado en este milenio y la gran cantidad de grupos locales que se habían gestado en cada uno de los territorios que componen el departamento. Luchas que se habían dado muchas veces con poca fuerza porque aún parece reinar el “no te metas”, se vieron fortalecidas por esta fusión en una sola mesa que sirvió a futuro para mantenerse más pendientes del cuidado del medio ambiente. 

Recientemente este debate ha resurgido en Villa General Belgrano, donde días atrás el oficialismo sumado al voto de un bloque unipersonal, derogaron una ordenanza que protegía la reserva natural y educativa Tierras del Tácu, un espacio creado en 2019. El mismo consta de más de 7 hectáreas y alberga un centenar de especies tanto de la flora como de la fauna, con árboles que tienen más de 100 años de vida. 

Ese lugar que había sido donado por el Gobierno de Córdoba para la construcción de la Nueva Terminal de Ómnibus y un hotel (entre otros posibles proyectos), terminó constituyendo la reserva natural antes mencionada. Es que luego de un trabajo ambiental en ese territorio, se llegó al resultado de la importancia que tenía en la biodiversidad local, tomando la decisión el entonces intendente Sergio Favot de convertirla en área protegida. 

Pero (y ya dijimos que siempre hay un pero) las riendas del municipio cambiaron de mano, y ahora el mandatario local Oscar Santarelli avanza en el proyecto inicial de construir ahí, en ese lugar al pie de las sierras, la terminal. Y si bien existe una carta publicada por el municipio de Villa General Belgrano que proviene de la Secretaría de Ambiente provincial donde especifica que “para cualquier tipo de emprendimiento que se realice en esa área, deberán respetarse los individuos arbóreos y/o arbustivos de buen porte”, la injerencia del ser humano volverá a impactar negativamente en ese ambiente. A simple vista, un proyecto de construcción y supuesto avance se antepone a una idea de preservación ambiental y un fin educativo. Entonces vale preguntarse: ¿a qué le llamamos progreso?

Contrariamente, y también en estos últimos días, el Honorable Concejo Deliberante de Villa del Dique empezó a tratar una ordenanza que busca declarar a su cerro más emblemático como Reserva Natural Forestal Municipal. Ese espacio de 61 hectáreas que fue declarado zona de reserva turística y paisajística en el Código de Edificación de 1987, será (en caso de aprobarse la nueva disposición) conservado también por una nueva legislación local con “el objetivo de reafirmar su protección y garantizar su uso recreativo y turístico sostenible”, informaron. 

También esta semana el Honorable Concejo Deliberante de Embalse aprobó una ordenanza para promover la bioconstrucción, generando nuevos puestos de trabajo que se orienten al desarrollo, pero en consonancia con el medio ambiente, intentando no incidir de manera negativa. 

Ejemplos de lo que debe hacerse y lo que no debería tenemos de sobra en Calamuchita. Habría que finalmente dar una discusión de fondo en este aspecto, teniendo siempre presente que, para no matar a la gallina de los huevos de oro en materia turística, nuestros paisajes naturales son el principal motivo por el cual nos elijen. 

Algunos parecen haberlo entendido…otros, a las claras están lejos de eso.