
por Franco Sarachini
Si bien el grooming es un delito penado en nuestro país, y del cual se va conociendo más a diario, representa por estos momentos un peligro latente. Y es que algunas fuentes vaticinan el crecimiento del mismo, teniendo en cuenta que la cantidad de horas que pasamos frente a una computadora, una pantalla de celular y/o inmersos en chats de mensajería y redes sociales, ha aumentado exponencialmente.
Este sistema de encierro que nos mantiene a salvo del COVID-19, requiere por otro lado prestarle atención a este tipo de situaciones, que son mucho más comunes de lo que pareciera. Y donde una vez más la charla y generación de confianza con niñ@s y adolescentes, es la herramienta más eficaz para detectarlas.
El grooming o ciber-acoso tiene en la mayoría de los casos una finalidad de violación a la intimidad sexual, donde por medio del engaño, suelen pedirse fotos o videos pornográficos a menores de edad. Quien lleva adelante el abuso, casi siempre es un adulto que oculta su verdadera identidad, haciéndose pasar por alguien más y generando un vínculo con su víctima. Lo hace basándose en los gustos e intereses de los perfiles que analiza; y ataca desde el otro lado de una computadora, un teléfono o cualquier dispositivo por el cual intercambia mensajes con el/la menor.
Pero cuidado, y vale la aclaración. El grooming debe cumplir con estas características, que lo vuelve un delito penal. Distinto es el sexo virtual, del cual tanto se habla últimamente, donde dos personas adultas pueden intercambiar mensajes, fotos y/o videos de manera consentida, bajo el precepto de la intimidad resguardada de ambos sujetos. Esto sucede también de manera frecuente, y aunque no se aconseje por la posible filtración que alguno pueda llegar a hacer de esos contenidos, queda sujeto a ese principio de intimidad del cual se hablaba anteriormente. Pasando en limpio, el sexo virtual entre adultos de manera consentida, no es un delito. El grooming o ciber-acoso, sí.
Volviendo al inicio, especialistas advierten la demanda de atención sobre este asunto, remarcando que en las últimas encuestas realizadas el año pasado en torno a esta temática, al menos 1 de cada 3 menores de edad había sufrido alguna situación incómoda de estas características en internet.
Un antes y un después en la Argentina lo marcó el reconocido caso de Micaela Ortega, que en 2016 fue citada por una supuesta adolescente de su edad, siendo brutalmente asesinada. El culpable fue un hombre que se había creado un perfil falso en Facebook, llevando a cabo el macabro crimen, y quien fuese condenado al año siguiente. Ante este escenario, se inició en el país una campaña con mayor énfasis en los engaños virtuales, decretándose el 13 de noviembre como el Día Nacional de la Lucha contra el Grooming, ciber-acoso o acoso de menores por Internet.
El estallido de las redes sociales, los dispositivos móviles y el uso que hacen los niños y adolescentes de estas plataformas representan un nuevo desafío para la educación que reciben en el seno familiar. Y aunque muchos padres y muchas madres opten por no permitirles tener perfiles virtuales o teléfonos celulares, siempre lo mejor es enseñar antes que prohibir. Suena casi ilógico hoy en día pretender que un joven no los tenga, y mucho menos que no pertenezca a la comunidad de Facebook, Messenger, WhatsApp, Instagram, Twitter, Tik Tok, entre tantas otras. Por eso educar es siempre la mejor salida a tantos cambios que padece constantemente la sociedad.
Desde la página oficial del Gobierno Nacional se dan una serie de recomendaciones para hablar con los más pequeños, resaltando “fortalecer un vínculo de confianza que les permita hablar de aquellos temas que les preocupan o para pedir ayuda”.
Los consejos puntuales son
· Enseñales a realizar un uso responsable de Internet y de las redes sociales. Brindales información sobre los riesgos y aclarales cómo funcionan las herramientas de protección.
· Explicales que no deben compartir claves, información o imágenes comprometedoras por medios electrónicos, porque lo que se sube a Internet no se borra nunca.
· Configuren juntos las opciones de privacidad en las redes sociales para determinar qué información será accesible para los demás, evitando usar sus nombres completos y datos personales.
· Conversá con ellos sobre el concepto de privacidad y generá con ellos un pensamiento crítico a la hora de publicar información o imágenes en las redes.
· Prestá atención a los cambios de conducta o humor de tu hijo/a.
· Según la edad, vayan definiendo hábitos de uso de redes e internet, con diferentes niveles de participación y acompañamiento.
· Generá puntos de encuentro relacionados con las redes o sitios de internet. El diálogo y la confianza con los chicos siempre es lo más importante.
Asimismo, ante casos ya consumados, lo óptimo es no juzgar al menor, no borrar ninguna de las conversaciones o imágenes que se puedan haber intercambiado con el acosador, no denunciar virtualmente el perfil en cuestión ni mantener una conversación con el mismo. Lo que debe hacerse es informarse, asesorarse y/o denunciarlo llamando al 134.
Siempre hay que tener presente que la educación comienza por casa, al margen de que luego se profundice en los centros educativos de todos los niveles y en la sociedad toda. Por eso, tener un vínculo afectivo y de confianza con l@s hij@s, es central para que no sean víctimas de pederastas, acosadores y sujetos que quieran hacerles daño.