Brasil y un documental en resistencia

SANTA ROSA22/01/2020 Valdir Peyceré
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por Valdir Peyceré

Una noticia al margen y en la sección de cultura de Página 12 fue el detonador… Un documental brasileño había sido nominado al Oscar. Hasta ahí la novedad podía quedar en eso; una agradable noticia para el cine del país hermano; un cine que aunque eficiente, prolífico y valioso, venía sufriendo hace tiempo los embates de las políticas neoliberales de cortes de presupuesto y maltrato por parte de un gobierno insensible con el ambiente artístico. Esa primera “lectura” era solo eso. “Escarbando”  un poco más, fui dándome cuenta que el entramado era mucho más denso y guardaba todo un desafío de resistencia y fuerza al mostrar los años más aciagos de la coyuntura política que le tocó (y le sigue tocando) vivir al vecino de proporciones continentales. El nombre del documental: Al filo de la democracia (en castellano); Democracia em vertigem (en portugués). Su directora; la también joven actriz, Petra Costa.

Vi el trhiller y comprobé que estaba frente a un documento histórico donde se van concatenando  hechos desde la asunción de Lula en 2003 (cuando la realizadora contaba con solo 20 años) pasando por el golpe institucional a Dilma Rouseff , la prisión del fundador del PT y la actualidad de esa grieta brasileña alimentada (como aquí) por los medios aliados a los grupos concentrados y a lo peor de las élites. Después me fui dando cuenta de otras cosas; el odio de las clases dominantes o de la derecha hacia el film no era algo normal (si se puede hablar de odio normal), era un compendio de lugares comunes del comportamiento de la mentalidad derechosa. De pasar a decir que lo que se veía en las pantallas era mera  ficción a puntuar todo con exacerbado menosprecio por el film sin haberlo visto y de insultar, como única forma de oponerse ante la falta de argumentos. Probablemente esto de llamar al documental de ficción se deba a la dificultad que tiene la derecha en ver su propia “creación” realista… su propia realidad,  la que acabó con el mandato de Dilma Rouseff a partir de denuncias de corrupción (el viejo leit – motif de la derechas continentales) que aunque las pudo haber habido en relación a algunos funcionarios, no pudo ser comprobado nada en lo que tañe a la persona de Dilma . La farsa creada por las  fake news de la justicia ayudada por los medios poderosos como el grupo de multimedios Rede Globo, dio sus frutos y Dilma fue sacada de la presidencia de forma ilegítima. Lo mismo y quien sabe un poco más abyecto y espurio sucedió con Luis Ignacio Lula da Silva al que no se le pudo probar nada de concreto y que se “comió” casi dos años de prisión ilegal en Curitiba. Esa realidad de los Sérgios Moros (algo parecido a “nuestro” juez Bonadío) y la clase política enquistada en el poder (esta sí corrupta, reaccionaria y clasista) dieron el golpe final contra una persona que amén de haber sido dos veces presidente de la República Federativa de Brasil, sacó a 20.000.000 de personas de la extrema pobreza y sentó las bases de un Brasil inclusivo como pocas veces se veía. Ese Brasil y ese Partido de los Trabajadores que podía tener (como realmente tenía) innumerables fallas, fue sin dudas un comienzo de algo parecido a la verdadera Justicia para las clases desfavorecidas. Pero lo que se escondía eran anhelos de la burguesía oligárquica (lo que en Brasil se define genéricamente como “élites” ) y el poder del Imperio del Norte por sacar la posibilidad de una nueva elección de Lula (que ganaba en todas las encuestas previas a la “victoria” de Bolsonaro) del escenario político. Toda esta secuencia de corrupción, manejo de la cosa pública y las famosas fake news a su favor es lo que se muestra en Democracia en vertigem y es en definitiva la realidad que incomoda  que se muestre y que Petra Costa la propone desde el momento en que comenta que algo se “rompe” en el escenario de la puja política  brasileña. 

Desde el punto de vista formal; el documentario es fiel al principio de tener una “transparencia cronológica”  y un sentido de lo didáctico aunque desde un momento la directora no esconde su partidarismo político. Creer que un documental debe ser imparcial es una gran utopía. El documental de Nisman (también de Netflix) lo demuestra; al no jugarse por ninguno de los dos lados la propia pieza pierde fuerza en lo creativo e implica una falsa imparcialidad que debilita a sus realizadores frente a su audiencia. Y es ahí donde Petra gana. Petra no esconde su lugar en el film, pero invita al espectador a compartir los dolores de parto de la realidad política de un país que sigue una pendiente en la que tendrá que levantarse. Una pendiente de la que costará salir pero que hay que confiar que lo hará. Este invitar a participar del film es lo que se llama de interactividad. Se podría hablar, aquí, quien sabe,  de una “interactividad militante”. Como sentencié en algún momento en esta nota, el PT, Lula, Dilma y muchos otros referentes del campo popular  tuvieron errores. La política de alianzas (que para nosotros ha sido bastante trágica en algunas ocasiones) es una de las cosas que Petra critica implícitamente. La alianza con el PMDB y con Temer por ejemplificar. Las influencias de nuestros Solanas y Getino y del documentalista chileno Patricio Guzmán son evidentes. También Petra Costa se vale de un abolengo con familiares que militaron en la izquierda y que también manejaban los hilos del poder como una posibilidad de acceso a más documentación que lo que a lo mejor le hubiera resultado a algún “simple mortal” con esa incumbencia. Petra ha comentado en diversas entrevistas que mucho de lo registrado (más de 5000 minutos de filme) tuvo que ser excluido por motivos de edición y que el de correr de este trabajo de edición le habría indicado lo que poner o no en el mismo. Otra virtud de la película es como la directora ha sabido colocarse como “protagonista” sin exagerar al comienzo del mismo.  Nuestra directora nació el 8 de julio de 1983 en Belo Horizonte, MG… por lo que vi en las entrevistas se la percibe con clase, elegante, tranquila y al mismo tiempo con una simplicidad o discreción que desmentiría toda la “badalação” (agito) a su alrededor. Tiene varios trabajos cinematográficos en su haber con buena respuesta de la crítica especializada como el caso de “Elena”  (2012) y “El Olmo y la Gaviota” (2014). Este  “Democracia em vertigem” ya lo tiene al haber sido elegido para la nominación del Oscar de la Academia de Hollywood. También ha sido elogiado por el New York Times. Al margen de los otros nominados, probablemente buenos films documentales, este tiene mi voto porque sería un buen golpe para el enfermizo hedonismo de la derecha. Un buen golpe para su tarea de dejar la  tierra arrasada y de la ignorancia generalizada que alimenta. Espero que vos lo veas si tenés Netflix o si no la tenés y aun cuando  hagas  malabarismos  para acceder a ella. Vale la pena que lo veas y te juntes a mi  hinchada.