
Por Franco Sarachini
Belgrano no solo enarboló la celeste y blanca, sino que levantó a lo largo de su vida muchas banderas que lo pintaron tal cual fue…un patriota, un nacionalista, un visionario, un revolucionario, un luchador incansable por la Independencia y un enemigo público de la oligarquía que sólo miraba lo que sucedía en el Río de la Plata como una posibilidad de ampliar sus riquezas a costa de los demás.
Hoy, Manuel Belgrano sería considerado un populista por quienes bregan por sus intereses personales. Y seguramente los medios de comunicación hegemónicos se encargarían de destruir su imagen, tal cual lo hicieron a su muerte; aunque en ese momento fue tratando de borrarlo de la historia sin dedicarle siquiera una línea ante su partida. “Sólo un diario, El Despertador Teofilantrópico se ocupó de la muerte de Belgrano. Para los demás no fue noticia”, detalla minuciosamente el portal El Historiador, de Felipe Pigna.
Para entender mejor el por qué de tanta saña, es menester interiorizarse en la vida de este prócer, que nos ha sido transmitido de generación en generación como el Creador de la Bandera. Y sí, es cierto que fue quien enarboló la celeste y blanca, y la instauró como símbolo patrio, siendo establecida como tal por el Congreso de Tucumán varios años después. Pero Belgrano fue muchísimo más que el ideólogo de la enseña patria.
Según el periodista e historiador cordobés, Mariano Saravia, nos debemos una revisión sobre la imagen del prócer, entendiendo que sus banderas son la producción nacional, el mercado interno, el trabajo garantizado para todos, la reivindicación de las mujeres y de los pueblos originarios, el reparto democrático de la tierra, el cuidado de nuestros niños y niñas, y de la ecología, entre otras. “Lo que pasa es que el poder real le tiene miedo a Belgrano, y por eso lo han rebajado a mero creador de la bandera. Y se inventaron ese Belgrano tibio y timorato. Pero la realidad es que Belgrano fue abogado, educador, periodista, economista, y cuando tuvo que ser militar también lo fue”, explica Saravia en una entrevista.
Y prosigue: “Belgrano era brillante. Junto con Mariano Moreno eran los más lúcidos de la Revolución de Mayo. Deberían haber conducido política e ideológicamente esa revolución. Pero no fue así. Su mejor faceta fue la de economista. Fue un gran productivista”.
Como militar, también es poco lo que se le reconoce. Sin embargo, y al margen de las batallas ganadas y las perdidas, el General Manuel Belgrano fue el comandante de una de las estrategias de combate más épicas, audaces y emblemáticas para la época, como la de tierra arrasada, implementada en el Éxodo Jujeño. La osadía, que comenzó el 23 de agosto de 1812, tenía órdenes de bajar con el ejército que comandaba hasta Córdoba, pidiéndole al pueblo jujeño un esfuerzo inhumano. El prócer, en su despliegue de inteligencia, decidió marchar hacia Tucumán, pero destruyendo todo a su paso para que el enemigo que avanzaba desde el norte no encontrara absolutamente nada que pudiese servirle para continuar fortaleciéndose.
“Ante la inminencia del avance de un poderoso ejército español desde el norte al mando de Pío Tristán, el 29 de julio de 1812, Belgrano emite un bando disponiendo la retirada general. La orden de Belgrano era contundente. Había que dejarles a los godos la tierra arrasada: ni casas, ni alimentos, ni animales de transporte, ni objetos de hierro, ni efectos mercantiles”, detalla Felipe Pigna en El Historiador.
Por su parte, la periodista y estudiante de la Licenciatura en Historia, Luciana Masi, agrega: “El Éxodo Jujeño fue una movida estratégica donde más de 1500 personas comandadas por Belgrano, destruyeron sus viviendas para que el ejército realista que venía desde el Alto Perú no tuviera casa ni comida. San Salvador de Jujuy quedó totalmente abandonada y destruida. La población siguió a Belgrano incondicionalmente, sin oponer resistencia, ya que de esa forma protegerían el territorio”.
La heroica acción poco se enseña en los colegios primarios y secundarios, y mucho menos se habla a nivel cultural cuando se dan debates sociales sobre la historia nacional. Cuenta pendiente que nos debemos como argentinos.
Dentro de todas sus facetas se encuentra también la de un proteccionista de la industria nacional, dado que manifestaba no servía abrir indiscriminadamente las exportaciones cuando los productos locales no pueden competir con lo que ingresa de afuera. En el mismo sentido defendía el mercado interno. “Y finalmente, fue un adelantado a Carlos Marx, porque ya en 1813 habló de clases sociales: “Existen en el mundo dos clases de personas, las que pueden disfrutar de los bienes y servicios de la tierra, y las que sólo pueden trabajar para que las otras disfruten”. Ese es el Belgrano que nos siguen ocultando. Porque le tienen miedo, porque es incómodo”, analiza el periodista e historiador, Mariano Saravia.
Este año, y con motivo de cumplirse 250 años de su nacimiento y 200 de su muerte, el Gobierno Nacional decidió a través del Boletín Oficial, en su decreto 2/2020 ARTÍCULO 1°.- Declárase el Año 2020 como el “AÑO DEL GENERAL MANUEL BELGRANO”.
Y continuando: “ARTÍCULO 3°.- En orden a lo establecido en el artículo 1° del presente, el PODER EJECUTIVO NACIONAL realizará acciones tendientes a destacar, rememorar y reflexionar sobre la figura de D. Manuel BELGRANO y su legado, con el asesoramiento del INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO”.
En ese sentido, en Calamuchita comenzó a gestarse desde el año pasado la conformación de una filial de dicho instituto, con sede puntual en Villa General Belgrano. Uno de los responsables de la acción es el Licenciado en Ciencia Política, Alejandro Montbrun, quien anticipó el propósito “es tratar de saltar esta ligazón que tiene a través de la historia oficial Belgrano como creador de la bandera y nada más. Ha sido un político, militar, periodista. Ha sido un hombre de fuertes ideas independentistas, promotor de la industria nacional, la libre expresión, escritor, un personaje muy jugoso que la historia oficial trata de relegarlo a creador de la bandera y creemos que hay que reivindicar todas estas facetas en el pueblo que lleva su nombre”.
Por ende, y al margen de poder generar la filial, ya se espera que Villa General Belgrano sea uno de los ejes centrales de la revalorización del prócer durante este año.
Finalmente, y una muestra más del odio que la oligarquía le tuvo a uno de los hombres más importantes de la lucha independentista, tiene que ver con la realidad en la cual murió. “Como premio por los triunfos de Tucumán y Salta, la Asamblea del Año XIII le otorgó a Belgrano 40.000 pesos oro. Don Manuel lo destinará a la construcción de cuatro escuelas públicas ubicadas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. Belgrano redactó además un moderno reglamento para estas escuelas que decía, por ejemplo, en su artículo primero que el maestro de escuela debe ser bien remunerado por ser su tarea de las más importantes de las que se puedan ejercer. Pero lamentablemente, el dinero donado por Belgrano fue destinado por el Triunvirato y los gobiernos sucesivos a otras cosas y las escuelas nunca se construyeron. Belgrano murió en la pobreza total el 20 de junio de 1820 en una Buenos Aires asolada por la guerra civil que llegó a tener ese día tres gobernadores distintos”, manifiesta uno de los más afamados historiadores actuales, Felipe Pigna.
Belgrano le pagó las últimas atenciones a su médico personal con un reloj de oro. Había nacido en una familia acomodada, que no tenía privaciones de ningún tipo. Destinó todo a la liberación de su tierra y acabó sus días pidiendo plata a sus amigos para poder comer. Este Belgrano, el que se reveló ante la oligarquía, el que luchaba por la educación, la industria y la independencia, fue también el odiado por Rivadavia y tantos más que pertenecían a la casta de los acomodados.
Los mejores hombres y las mejores mujeres han padecido eternamente los embates de los poderosos, que encima se dieron el gusto de escribir la historia oficial faltando a la verdad. Nuestros próceres han sido desposeídos de sus más fervientes ideas en esa escritura nefasta. Pero el paso del tiempo da revanchas, y lo que un día algunos y algunas sembraron, vuelve a florecer a la luz de la verdad, imponiéndose como una utopía sin fin hacia la cual caminamos quienes creemos que la Patria es el Otro.